Şiir, Sadece

2 Aralık 2012 Pazar

Al Borde Del Camino Del Mundo Hay Un Rosal

Al borde del camino del mundo hay un rosal muy grande, infinito, que se alza hacia el inmenso azul: [sus rosas no se abrieron desde la tierra, hay que hacer mucho camino para acercarlas y vivir].

Por el camino del mundo pasa la humanidad como ola de carne.
Hay quien en el tiempo de las luces al avivar el rosal inmenso siente curiosidad y amor hacia él y hacia sus rosas y se enamoran, como es tan alto tan alto, piensan, y el pensar les desconsuela, pero sienten el deseo de alcanzar el último ramaje que de la tierra no avivan y trepan, trepan por el rosal, trepan enamorados, y mientras trepan ven que el mundo es pequeño y que la tierra es fea y ven la humanidad que se arrastra, que pasa como ola de carne, sienten que su corazón late de amor cada vez más, y trepan, trepan por el ramaje, enamorados.

Quizá si tanto se encaraman, caerán, quizá después no sabrán bajar y, enredados en sus espinas, tendrán que morir, olvidados, sin haber oteado sus rosas.

Mas ellos ya lo saben y no quieren pensar en esto, ellos sólo piensan en el instante, porque éste existe y piensan en un mañana casi siempre imposible, que ellos se han forjado y por el que trepan al rosal, enamorados, y por eso disfrutan de la vida y la comprenden. ¿Quién sabe?, quizá antes no venga el día de su caída; el ocaso ¿ya habrá llegado? ¿qué ganarían preocupándose?

Hay quien habiendo seguido el camino [que conduce] rosal arriba sin reparar en nada, sin prevenirse, sólo siguiendo y escuchando los latidos de su corazón enamorado, antes, mucho antes de avivar el último ramaje, caen a veces por su deslumbramiento, a veces porque bajo ellos la humanidad como ola de carne se empuja en el camino del mundo, y ellos han querido huír encaramándose en el aire, quizá demasiado en el aire por lo abajo que está la humanidad y la humanidad no los ha comprendido y han de morir, y mueren, mueren con el corazón atravesado por una de las mil espinas del rosal que se alza al borde del camino del mundo y que conduce a unas rosas que desde la tierra no se abrieron.

Y éstos, con el corazón sangrante, mueren sonriendo pues aunque su cuerpo ha vivido menos y peor que la humanidad, su corazón y su alma han vivido eternamente y han gozado de las dulzuras incomparables del crear, el mal punzante de la espina de ese rosal aún les place y, mientras mueren, ruegan a Dios que les vuelva a hacer nacer para volver a morir con la misma espina.


Salvador Dalí.